Cómo llegar

Val de San Vicente se encuentra en el Occidente de Cantabria, justo en el límite con la Comunidad de Asturias. Está a unos 70 km de Santander, y 50 de Torrelavega, entre las ciudades más cercanas. Los puntos de interés más próximos son: San Vicente de la Barquera (10 Km.), Comillas (20 Km.), y Santillana del Mar(35 km.)

Para llegar a Val de San Vicente tenemos varias opciones:

  • Por carretera: Nuestro municipio está muy bien comunicado por carretera con el resto de España, a través de la Autopista del cantábrico, que nos cruza de este a Oeste. Para llegar desde Santander o desde Asturias, tan solo hay que coger la autopista A-8, y después tomar la salida correspondiente ya sea la de Unquera, o la de Pesués Los Tánagos.
  • En tren: Hay trenes diarios que llegan a Unquera (FEVE) procedentes de Santander y Asturias.
  • En avión: se puede llegar en avión al Aeropuerto de Santander, donde llegan vuelos procedentes de numerosas ciudades españolas y europeas. Una vez allí se llega fácilmente a Val de San Vicente (45 minutos) por carretera.

Patrimonio

Patrimonio Arqueológico

El patrimonio arquitectónico religioso de Val de San Vicente incluye los templos de la Virgen del Hayedo de Muñorrodero, un templo de finales del XIII, principios del XIV, con un ábside con canecillos de filiación románica; Santa María de Prío, un templo de finales del XIII, principios del XIV, con puerta de ingreso gótica a base de arquivoltas apuntadas; Nuestra Señora de la Asunción de Abanillas, con un ábside del siglo XVII; San Juan Bautista de Helgueras, también del XVII; los ejemplos de arquitectura religiosa decimonónica: San Julián de Serdio y Nuestra Señora de la Concepción de Molleda; y Nuestra Señora de la Natividad de Muñorrodero, construida en 1930.

Además, todavía se conservan las ruinas de otras tantas construcciones religiosas abandonadas, entre ellos son de destacar los vestigios de la antigua iglesia gótica del cementerio de Portillo, declarada Bien de Interés Local en 2002. De ella tan solo se conservan restos de la cabecera o ábside de un antiguo templo, de mampostería, y la puerta de entrada con arco de medio punto. Su fecha de construcción se sitúa en torno al siglo XV. También arruinadas estás Santa Eulalia de Prellezo, de cronología similar a la de Portillo; Santa Marina de Pedro de las Baheras, del siglo XVI; San Pedro de las Baheras, también del XVI; y San Pedro de Pesués, destruida durante la Guerra Civil.

Patrimonio Religioso

Existe constancia en un documento de 1404, de la existencia de una ferrería, llamada de Labero, situada en Ojedo y alimentada por las aguas del Nansa sobre la cual tenía derechos la casa de Vega. En Muñorrodero se conservan dos molinos que comparten el mismo sistema hidráulico: molino viejo y molino nuevo.

El primero de ellos, del siglo XVI, se encuentra en un edificio bastante deteriorado, construido en ladrillo y compuesto por un cuerpo cuadrado de dos plantas al que se le adosó una nave rectangular con amplio soportal. El segundo, construido hacia los siglos XVIII-XIX, cumple en la actualidad función de almacén, aunque conserva parte de la maquinaria.

Patrimonio Civil

Val de San Vicente alberga la singular torre de Estrada, de características únicas en el conjunto de las fortificaciones medievales de Cantabria, tanto por su fisonomía –de ligera tendencia piramidal, realizada en mampostería carente de esquinales de sillería–, como por el conjunto del que forma parte, que incluye un recinto amurallado, los restos de un foso, patio de armas y capilla. Su lema reza “Yo soy la Casa de la Estrada / fundada en este peñasco / Más antigua en la Montaña / que la casa de Velasco / y al Rey no le debe nada”, le tocó en suerte a Fernán Ruiz, El Duque, al repartir en el siglo XII con sus hermanos las casas solariegas situadas en las Asturias de Santillana que había heredado de su padre Rodrigo González de Estrada.

La fortaleza cuyo origen se considera puede remontarse a los siglos VIII-IX, fue reconstruida en torno al siglo XIII. En el interior del recinto amurallado incluye la ermita de San Bartolomé, un edificio de una nave, ábside rectangular y bóveda de cañón, con canecillos de tradición románica en su cornisa sur. Sobre el arco apuntado de entrada al templo se pueden ver los escudos de armas de Ceballos y la Estrada, cuya colocación se atribuye a Ferrán García Duque casado con Elvira de Ceballos y fallecido en una batalla en Araviana en 1359 que enfrentó a los ejércitos de Pedro I de Castilla y al grupo de caballeros liderados por Enrique de Trastámara y el infante Tello que respaldaban a Pedro IV de Aragón. El conjunto fue declarado Bien de Interés Cultural en 1992.

En 1995, el ayuntamiento obtuvo el uso y disfrute de la torre y su entorno de sus propietarios y se emprendió un proyecto de recuperación del conjunto, que se encontraba en ruinas. En la financiación de estas obras han participado el ayuntamiento de Val de San Vicente, la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte y los Ministerios de Fomento y Cultura.

Hay otra torre en Prellezo, posee estructura similar a la de Estrada, está fabricada en mampostería y tiene forma de pirámide truncada. Esta construcción medieval, que posiblemente date del siglo XII, parece que podría haber pertenecido también a la Casa de Estrada.

Patrimonio industrial

Existe constancia en un documento de 1404, de la existencia de una ferrería, llamada de Labero, situada en Ojedo y alimentada por las aguas del Nansa sobre la cual tenía derechos la casa de Vega. En Muñorrodero se conservan dos molinos que comparten el mismo sistema hidráulico: molino viejo y molino nuevo.

El primero de ellos, del siglo XVI, se encuentra en un edificio bastante deteriorado, construido en ladrillo y compuesto por un cuerpo cuadrado de dos plantas al que se le adosó una nave rectangular con amplio soportal. El segundo, construido hacia los siglos XVIII-XIX, cumple en la actualidad función de almacén, aunque conserva parte de la maquinaria.

Naturaleza

 

En los 50,9 km2 sobre los que se asienta Val de San Vicente convergen múltiples elementos naturales que conforman todo un mosaico de colores, en los que predominan el azul y dorado de sus playas y el verde de sus prados y bosques. Es una combinación que hace de este lugar un medio de gran interés paisajístico y ecológico, en el que destacan la desembocadura de los ríos Deva y Nansa, que en sus último tramos forman las rías de Tina Mayor y Tina Menor, respectivamente. Entre el curso de ambas se alzan las sierras planas, uno de los elementos característicos de la costa occidental de Cantabria. Se trata de superficies elevadas y llanas, entrecortadas y alineadas entre sí, que proporcionan un peculiar conjunto y representan los niveles más altos de rasas marinas en la región.

Dos elevaciones planicies de este tipo, más desarrolladas en la provincia asturiana, son las sierras planas del Llano, en Pechón, y de la Jerra, en Prellezo, desde las cuales se pueden contemplar bellas panorámicas de estos núcleos con el mar Cantábrico como telón de fondo.

Al norte de dichas sierras se encuentra una plataforma irregular que termina en un recortado acantilado, de una altura aproximada de 40 m, surcado de pequeñas playas. La acción erosiva del agua, unido a los procesos kársticos, han sido los generadores de estos impresionantes cantiles, en los que se distinguen varias puntas, como la del Morro de Prellezo y la de Berellín, la del Fraile, la de África, la de Pechón y la de la Vigía de la Garita, entre otras.

En la costa también se localizan ensenadas, que ocasionalmente se desarrollan hacia el interior en vallejos y pequeñas gargantas, como la de Job o la cala de Progendo, y algunos islotes próximos, como la isla de Sarnosa o de las Lastras de Pechón. Ambas se encuentran en el ámbito correspondiente a esta última localidad.

La primera también es conocida por los oriundos como El Castro los Carneros, mientras que a la segunda, ubicada frente a la playa de Amió, se la denomina El Castril y es un tómbolo –unido a la playa en la bajamar pero aislado en la pleamar– que tiene gran interés geomorfológico por la escasa representación de estas formaciones en el litoral cántabro.

El paisaje del municipio se transforma cuanto más al sur, pues la influencia del mar se atenúa, imponiéndose la presencia de la montaña baja. En general, presenta un relieve de suaves ondulaciones, que en contadas ocasiones sobrepasan levemente los 300 m. Destaca el pico de los Moros (358 m), en su franja más occidental, o el monte Cabana (353 m), en su extremo más suroriental. Val de San Vicente está incluido en el área correspondiente al Parque Natural de Oyambre, un espacio natural costero, de más de 5.700 ha, que engloba uno de los sectores más variados y valiosos, así como mejor conservados, de todo el litoral cantábrico, y que sobresale por su gran riqueza ornitológica.

Ríos. Desde el punto de vista fluvial destacan las rías de Tina Mayor y Tina Menor, ricos ecosistemas marinos de marisma, cuyo origen se establece en el Cuaternario. La primera constituye la desembocadura del río Deva, siendo también el límite entre Cantabria y Asturias. Este estuario encuentra su salida al mar entre las accidentadas laderas de las sierras planas. Sus características son muy similares a las de la cercana ría de Tina Menor, a través de la cual se funde con el mar el río Nansa tras atravesar las laderas de las sierras planas de Pechón y Prellezo. En ambos casos, por tanto, constituyen la meta final del curso de dos de los ríos más destacados de Cantabria. Ambos son famosos por su gran riqueza piscícola en especies de agua dulce, como la trucha o el piscardo, y de aguas saladas, como el salmón y la anguila.

Playas

Las numerosas playas y calas del municipio de Val de San Vicente, algunas de las cuales conservan su estado salvaje y virgen, constituyen uno de sus valores naturales más atractivos. A este término corresponden las playas de El Pedreru (265 m de longitud), situada en la margen derecha de la ría de Tina Mayor; Las Arenas (190 m), que se enmarca en un bonito entorno dominado por encinar, incluido en el camping del mismo nombre, en las proximidades de Pechón; y Aramal (80 m), a la que se accede desde esta misma localidad y que en la bajamar se une con la extensa playa de Amió o Pechón (hasta 900 m).

Este último es el mayor arenal de los existentes en el municipio, que a su vez descubre el tómbolo o lengua de arena que enlaza con el pequeño islote de las lastras de Pechón al bajar la marea. Junto a ellas figuran las playas de Berellín o Barnejo (unos 740 m), en Prellezo, en la que llaman la atención sus llamativas formaciones kársticas y que está declarada como de Interés Turístico Nacional; y la de El Sable (hasta 600 m), ubicada en la orilla derecha de la ría de Tina Menor, a 3 km de Pesués.

Precisamente, en dicha ría existen varias calas de difícil accesibilidad, como el arenal de Rocau (unos 200 m), ubicado al pie de los verticales acantilados del margen derecho de la desembocadura del río Nansa. Al otro lado de esta ría se encuentra la cala La Edrá (30 m), que está abrigada de los azotes del Cantábrico por la punta de la Vigía y se accede a ella desde Pechón. En este núcleo se localiza también La Boca del Castro (unos 60 m). Escondidas en el flanco occidental de la ría de Tina Menor se encuentran las calas El Tojucu y El Radillu. Por último, en Prellezo está la cala de Progendo (30 m), escondida bajo un fuerte desnivel.

Fauna y flora

Las masas forestales autóctonas, en las que predominan los robles, castaños, alisos, sauces y encinas, junto a un buen número de especies exóticas, sobre todo eucaliptos y chopos americanos, y aquellas adaptadas a los medios de acantilados, rías y marismas conforman el rico tapiz vegetal de este municipio. Importantes superficies de encinar se localizan por ejemplo al sureste del núcleo de Abanillas, en Prío, en Pechón o en San Pedro de las Baheras. En estos encinares puede encontrarse el labiérnago o grazo, arbusto muy escaso en los encinares de la comarca costera occidental.

Entre la comunidad faunística de los bosques mixtos de frondosas se encuentran anfibios como la salamandra o el sapo común; reptiles como el lagarto verde; y aves como el cárabo, el mochuelo, la chocha perdiz, zorzales y córvidos, entre otros. También destacan mamíferos carnívoros como el gato montés, el zorro, la gineta, la comadreja, el tejón, la garduña... y herbívoros como el jabalí y el corzo.

Los eucaliptales y pinares ocupan las laderas de las sierras planas de Pechón y Prellezo, en las que perviven también pequeñas manchas de encinas y castaños, entremezclados con matorrales de brezos y escajos. La culminación de estas sierras ofrece una vegetación de cultivos y praderías, en el caso de El Llano de Pechón y del pinar de Monterrey, en la Jerra, en las que la fauna más representativa la constituyen luciones, lagartijas, salamandras, aguiluchos pálidos, cernícalos, mochuelos, topos, conejos, etc.

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